Cogimos un tren que llegó una hora tarde, dirección Praga. El tren iba a rebosar, tanto que el estrecho pasillo nos hacía de asiento a la mayoría de los viajantes. Llegamos, tardamos como 70 horas para encontrar el hotel, pero al fin llegamos, y lo primero que hicimos fue salir a probar la buena fiesta de Praga, que porcierto, estuvo genial! Conseguimos regresar al albergue sobre las 7 de la mañana, hora ideal para arrasar con el buffet, hacer mil bocatas; una ducha y a turistear cual guiris. Como entenderéis estábamos muertas, pero aún así nos vimos Praga de arriba a abajo.
Os dejo unas fotillos :)
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