martes, 23 de septiembre de 2014

Amsterdam

Soy mucho de enamorarme de cosas, prendas (zapatos sobretodo), o de lugares, más que de personas... de hecho nunca lo he hecho de una persona, así que no sabría contaros lo que he sentido con mi primer amor, pero si lo que siento cuando llego a un sitio que me pertenece. Caminar por una ciudad y sentirte parte de ella, disfrutar pasando por el mismo sitio 30 veces o apreciar cada esquina, solamente me ha pasado con tres ciudades: Madrid, Londres y Amsterdam. Nada más salir de la estación de Amsterdam empecé a observar que todo era perfecto, una pequeña ciudad dentro de un bosque, lleno de  canales que llevaban al río Ámstel y de enormes árboles que los rodeaban. Fueron tres días en un hotel de muerte (VolksHotel), con Spa, una habitación para las 4 (ya que estábamos mentalizadas a ir a hostales en los que 20 personas compartíamos habitación), y un rollo juvenil increíble. Investigamos la ciudad bastante a fondo, recorrimos cada canal, y las partes más curiosas, como el "Barrio rojo" o los "Coffe Shops"; exploramos al máximo, con bicicletas y caminando, hasta tal punto que las 4 salimos maravilladas de la ciudad. Conseguí sentir esa conexión con Amsterdam, así que prometo volver.





































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